viernes, 1 de mayo de 2020

El bastón rúnico

Hace ya muchos, muchos años, antes de que los océanos anegaran Atlantis, en el Círculo de Lectores vi la portada de un libro que me llamó la atención. Una portada fea, un horror de portada, pero prometía fantasía. Y en aquella época, yo era un lector empedernido de Fantasía. 

El libro era El bastón rúnico, un clásico del autor británico Michael Moorcock, y en realidad se componía de tres libros: La joya en la frente, El amuleto del dios loco y La espada del amanecer

La portada de Círculo de Lectores no puede ser más fea


En un marco temporal indefinido, pero probablemente un futuro lejano postapocalíptico y en una Europa mítica, Dorian Hawkmooon, duque de Colonia, resiste ahora y siempre al poder del Imperio de Granbretan. Derrotado en batalla, es apresado y transportado a la capital del Imperio, donde sus magos le incrustan una joya negra en la frente (de ahí el título, claro), con la que pueden ver lo que está viendo el duque, además de poder provocarle la muerte a distancia. Después de la operación, el Imperio le libera, esperando que haga cundir el desánimo los antiguos aliados del duque. 

En su devenir, Hawkmoon llega a la Camarga, una región del sur de Francia en la que gobierna el mítico conde Brass, probablemente el enemigo de más entidad que le queda al Imperio de Granbretán. Allí, sus físicos serán capaces, no de extirpar la joya, pero sí de desactivarla y eliminar la amenaza que pendía de continuo sobre la vida del duque. 

A partir de ahí, Dorian Hawkmoon y algunos fieles, se desplazan por medio mundo para buscar los artefactos mágicos que les otorgarán el poder de enfrentarse, por fin, al malévolo Imperio de Granbretán. 

El mapa de la Europa Mítica


El marco histórico, que como digo está indefinido, no deja de apuntar a un futuro mítico de Europa, tras algún tipo de cataclismo. Nombres como Granbretán, Camarga, Colonia, o las tierras míticas de Asiacomunista, así lo indican. 

Las armas y medios de transporte, mitad tecnológicos, mitad mágicos, resulta fascinante. Los ornitópteros, especie de helicópteros o quizá autogiros; las armas de rayos, capaces de diezmar a ejércitos enteros, calentar metal y demás...

Fascinante también el Imperio de Granbretán como adversario. Un coloso con aires nazis, legiones y legiones de soldados con yelmos que cubren sus rostros y sejeman cabezas de animales e insectos, sobre el que gobierna un emperador en apariencia inmortal. 

El personaje de Dorian Hawkmonn queda quizá algo desvaído en comparación con el mercenario Huillam D´Averc, mercenario francés del Imperio y luego mano derecha del duque de Colonia. Es un problema de los buenos que son muy buenos, que pierden matices y atractivo para el lector. Afortunadamente también proliferan secundaris que elevan el tono y marcan la diferencia. 

El señor Moorcock de la luenga barba


Hasta un tiempo después no supe que Dorian Hawkmoon es una faceta de ese concepto universal que es el Campeón Eterno, que se reencarna en múltiples héroes en diferentes mundos para enfrentarse al Caos que amenaza con arrasarlo todo. Comparte trabajo con grandes como Corum, Erekösë y, sobre todo, Elric de Melniboné, el albino, y su espada Portadora de Tormentas. Pero esa es otra historia. 

Por supuesto que la historia también tiene defectos. Hace tanto tiempo de la lectura que no puedo recordarlo con clarida, pero tenía un error de continuidad clamoroso. Y aunque no se pueda denominar en realidad como un error, pero Moorcock abusa del deus ex machina, en este caso personificado por el misterioso Caballero de Negro y Oro, que en más de una y de dos ocasiones sale en escena para sacar las castañas del fuego de los protagonistas. 

En conjunto, El bastón rúnico es una historia muy satisfactoria, para disfrutar de la buena fantasía sin mayores pretensiones. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario