sábado, 22 de agosto de 2009

Mañana lo dejo

Una vez colgados los tres relatos de 2009, comienzo a colgar los enviados al I Certamen Monstruos de la Razón. El de hoy corresponde a la categoría de Terror. Fue en el que más trabajé y en el que más esperanzas tenía depositadas. Sin embargo, no caló ni en el público ni en el jurado. He hecho algún cambio menor sobre lo presentado.


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¿Cuántas veces lo has oído decir a alguien? ¿Cuántas veces lo has dicho tú?
Yo mismo lo he hecho por lo menos cuatro o cinco veces, cansado ya de depender de un vicio como éste, incapaz de resistirme a él. No, no me mires así. No creas que no me importa lo que la gente dice de mí. Y lo peor es que tienen razón.
Aún recuerdo cuándo empecé con esto, hace ya unos cuantos años. Era joven, impresionable, quería parecerme en todo a mis nuevos amigos. Evidentemente lo conseguí, a mi pesar. Desde entonces no puedo deshacerme de este hábito que vosotros encontráis, cuando menos, molesto. A decir verdad a mí tampoco me apasiona pero, ¿qué puedo hacer?
Creo que soy algo así como un consumidor social. Sí, amigo mío, seguro que sabes de lo que hablo. Puedo estar limpio durante un tiempo, claro que sólo con una gran fuerza de voluntad y haciendo grandes sacrificios, para que todo se venga abajo en una sola noche. Ya sabes, donde fueres haz lo que vieres y todo eso. En el fondo creo que necesito que me acepten y, en los círculos en los que me muevo, con todas esas fiestas y largas veladas sin propósito, acaban surgiendo infinidad de oportunidades de sucumbir.
Sí, claro que he intentado dejarlo. ¿No te lo crees, verdad? Haces bien, yo tampoco lo creería si fuera tú. Pero es cierto. Y es condenadamente difícil.
Mira, esto funciona así: un día te levantas con el pie cambiado, algo que te lleva a cuestionar todo eso con lo que llevas tanto tiempo conviviendo. Te dices a ti mismo que esto no puede seguir. Buscas algo que te permita otra salida, lees libros de autoayuda, hablas con gente, incluso intentas dejar de frecuentar los sitios a los que vas, conocer a otras personas. Pero nadie puede ayudarte porque la fuerza de voluntad tiene que salir de dentro de ti y si no la encuentras no hay nada que hacer. Entonces te mentalizas, formas una coraza a tu alrededor y piensas que ya está solucionado. Pero soy débil, tengo que reconocerlo. Me abandono. Casi diría que me desenfreno. Y luego vienen los remordimientos. Es lo peor, porque durante unos días no dejas de darle vueltas a las cosas. Y ya está hecho, no hay vuelta atrás. A lo hecho, pecho, ¿no? Si eres suficientemente adulto para caer en el vicio, hay que serlo también para afrontar las consecuencias, así que de nada vale lamentarse.
Este ha sido mi caso. Y cada vez aguantas menos en tu propósito de enmienda, te lo puedo asegurar. Ahora llevo más de dos semanas limpio. Está siendo horrible. Cada noche se hace interminable, es imposible descansar mientras trato de pasar el tiempo oyendo música, leyendo, fumando, lo que sea para tratar de no pensar en ello. Tengo dolores de cabeza continuos, como si me clavaran puñales en el cráneo, tan intensos que a veces tengo alucinaciones Y sed, sobre todo tengo sed.
Por eso estamos aquí, querido, para saciar mi sed. Y resulta que tu sangre es lo único que puede calmarme.
Lo siento por ti, porque no tienes la culpa de que yo sea como soy, lo que soy, y por tu mala suerte al encontrarme aquí. Cuando vi la buena noche que hacía decidí salir a pasear un rato a airearme. Pensé que si elegía las calles más solitarias, no habría ningún problema., me alejaría de la tentación. Funcionaba hasta ahora.  Si no te hubieras acercado para preguntarme la hora tendría que haber aguantado una noche más.
No temas, apenas sentirás nada. Cuando hunda mis dientes en tu cuello será como apagar la luz y echarte a dormir. Sin dolor. Te lo prometo.
Además, ¿sabes qué te digo? Mañana lo dejo.
Palabra.

1 comentario:

  1. Buenas:

    He llegado a tu blog saltando desde Ociozero. Creo que tenemos un crítico en común.
    He leído este relato tuyo del año pasado y me he preguntado porqué no caló en el público ni en el jurado cómo dices. Creo que fue porque tu historia no es en puridad un relato con su presentación, nudo y desenlace, sino más bien una mezcla entre el chiste y la anécdota, muy divertida por cierto.
    Lo de los concursos es algo muy complicado que dependen mucho de la suerte de quien sea el jurado.
    Aunque creo que también le vendrían bien unos pequeños cambios, los relatos que presentas este año, creo que están mucho mejor escritos. Se nota una evolución.
    Mucha suerte en el concurso.

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